México al diván

Escrito por: Carlos Arturo Moreno De la Rosa

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Yo canto para ti, para ti
Porque eres el pueblo mas bonito que hizo Dios
Porque lo veo reir, hay reir
Esa y tantas cosas que nos han hecho sufrir
Conjunto PRImavera

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México. ¿Qué se puede esperar de un país como México? ¿Estaremos condenados al ostracismo? El país vecino, esa gran potencia, cada vez nos ve más feo, nos mira con desprecio, nos observa con recelo, les dice a sus habitantes que ni por error se les ocurra visitar nuestro país. Los europeos comparten esa idea, desconfían del país denominado México. Diagnóstico: México está enfermo, México está desahuciado. México agoniza.

¿Por qué estamos como estamos? ¿Por qué somos un país tercermundista? ¿Por qué impera la corrupción? ¿Por qué las Instituciones están putrefactas? ¿Por qué denigramos al hermano y rendimos pleitesía al extranjero?

México era uno. México, el de antaño, el prehispánico, tenía una identidad, una idiosincrasia, una cultura, una civilización, toda una cosmología, tenía sus dioses y sus demonios, había maíz y había oro. México, el de antes, era dominado y sometido por los Aztecas, llegaron los españoles y se aliaron con los Tlaxcaltecas para derrocar al Imperio, comenzó el período de inculturación, se impusieron otros usos y costumbres muy diferentes a los acostumbrados, la Conquista trajo consigo la peste, de nueve millones de indígenas en poco tiempo los exterminaron y solo quedó un millón de ellos. El 13 de agosto de 1521 como fecha apoteósica del sometimiento, y como todavía había algunos indígenas contestatarios, los españoles crearon las condiciones necesarias para la aparición de la Virgen de Guadalupe diez años después, en 1531, y con eso el indígena indómito se apaciguó. Perdieron la guerra, con eso se dieron cuenta quién era el verdadero Dios, ya que sus dioses los habían traicionado, se habían ido, había ganado el extranjero.

Pasaron muchos años; a ese período se le conoce como “La Época de la Colonia” en donde se reproducían las formas de gobierno monárquico español, “300 años de esclavos” canta Gabino Palomares. Hubo un personaje que un día del año de 1810 lanzó un grito estentóreo, dijo “No más”, y se levantó en armas. Inició la emancipación de los mexicanos, fue la génesis de un país libre y soberano. Once años duró la lucha (1821), no hubo grandes cambios en cuanto al manejo del poder. Hubo alguien de nombre Benito y de apellido Juárez que convocó una Reforma (1857-1861), pero la disputa interna entre liberales y conservadores no permitía llevar a cabo un Plan Nacional de Desarrollo, la pobreza seguía, la desigualdad se imponía.

Hubo un héroe de mil batallas, se enquistó en el Poder, quería cambiar el derrotero de la Nación, como todo dictador al principio tenía ideas buenas, pero, como todo dictador, se enamoró del poder, no lo quiso soltar, hizo caso a su apellido y duró días y días y días en el poder, Porfirio Díaz se llamaba; llegó un Madero que quiso despertar la conciencia adormilada del mexicano, convocó a unas elecciones, las perdió; no desistió del cambio; en 1910 inicia el período del Cambio, de la Revolución Mexicana, Revolución que duraría siete años y que terminaría precisamente con la instauración de nuestra Constitución que actualmente rige las leyes de la Nación (1917).

La Revolución se institucionalizó, paradoja tremenda que solo en México se podría dar, institucionalizar la Revolución, encasillara, privatizarla. Tuvo mucho éxito, Mario Vargas Llosa la denominó la “Dictadura perfecta”, setenta años de sometimiento, nada nuevo si volteamos a ver nuestra breve historia.

México recientemente padeció 70 años de represión, 70 años de represión es mucho, 70 años reprimiendo las pulsiones, 70 años reprimiendo sus instintos, y es por eso precisamente que en el año 2000 gana Vicente Fox, es por eso que el mexicano votó por el Señor Fox, cansados de tanta represión decidieron optar por seis años de hilaridad, por seis años de locura; después de 70 años de represión justo era tener seis años de psicosis, seis años de irrealidad, seis años de líricas carcajadas, de bohemia, de pachanga, de poca seriedad, seis años de declaraciones jocosas por parte del Sr. Vicente Fox. Pero como todo, eso también tuvo sus consecuencias.

70 años de represión, luego seis años de locura, nos trajo como consecuencia seis años de perversión. 70 años de represión, seis años de locura desenfrenada (con Vicente Fox) y luego seis años de perversión (con Calderón). Vivimos los seis años más sangrientos de la historia del México contemporáneo. El México perverso que goza con el sufrimiento del otro.

¿Qué sigue? 70 años de represión pulsional, seis años de hilaridad, seis años de perversión, lo que sigue son seis años de duelo nacional, y qué mejor que hacer el duelo en el hombro de una mujer, en el hombro de Josefina Vázquez Mota, pero como nuestra historia se precia de ser ilógica, optaremos por seis años más de represión, volveremos a reprimir nuestras pulsiones, optaremos por el Partido que antaño pactaba con el mal, que le indicaba la ruta correcta del trasiego. Ganará el PRI. No estamos preparados aún para esa “República Amorosa”, no es el momento, no es el tiempo, aún estamos sufriendo, necesitamos seis años más para digerir este sexenio que está terminando, un sexenio del miedo, un sexenio dirigido por Calderón que resultó ser “Un peligro para México”. Aún no estamos preparados para sanar, necesitamos estos seis años para volvernos a estructurar y quizá, y solo quizá, en el 2018 estemos ya preparados para esa propuesta, para vivir en una “República Amorosa”.

Carlos Arturo

Monclova
Psicólogo y Psicoterapeuta. Miembro de APPCAC. Catedrático Universitario.