Escribe: Adolfo Huerta Alemán
Cuando uno acaba de leer <<El origen de la tragedia>> De Friedrich Nietzsche descubre una imagen de artista trágico, destinado a renovar la cultura.
Un genio así, es Robert Johnson, cuando se llega a tener contacto con su música, nos encontramos ante un espejo del cual nos contemplamos, con nuestro mundo y nuestras contradicciones.
La existencia cruda tal cual y no como quisiéramos que fuera, o como la idealizamos.
La música de Robert Johnson nos restriega en la cara, nuestro propio ánimo para enfrentar la frustración, que nos cuesta trabajo aceptar es parte de nuestra vida.
Allí donde nos ciega el sol, pero éste arte de la música nos lleva a la alteridad de descubrir el rostro del otro, allí donde está la injusticia, la pobreza, la enfermedad, provocados por la naturaleza de nuestra humanidad y otras no menos, provocadas por nuestro egoísmo.
Empero, con la tragedia de la música nos lleva a la liberación, a la curación, al exilio y el refugio, a nuestros infiernos y paraísos.
Robert Johnson ¿diablo o dios?
Ninguno de los dos, simplemente es un genio.
Nietzsche nos tiene presente: <<La música es el alma de una satisfacción profunda y duradera. Donde no escucho música, todo me parece muerto>>.
Cuando llegan los acordes de Johnson a nuestros oídos, nos remite a su existencia y esa eternidad en la que uno puede creer y no de la que hablan los ilusos teólogos.
<<Creemos en la vida eterna, proclama la tragedia; mientras que la música es la idea de esta vida>>
La música que nos deja Johnson nos lleva a la eternidad que podemos tener los mortales.
¿Cuál eternidad?
La única que podemos tener los seres finitos como nosotros, la certeza de que la única eternidad que podemos comprender es la que nos abren los genios como Robert Johnson.
Con su música nos quita el miedo de estar solos en este mundo, no hay ni cielo, ni infierno, ni diablo, ni dios.
Con sus letras y música, la eternidad de seguir hablando de ellos y muchos más, es la eternidad de la que podemos creer y de la que podemos hablar, lo demás son masturbaciones mentales.
Nietzsche: <<Todo amante piensa al escuchar música ¡Habla de mí, habla por mí, lo sabe todo!>>
Cuando te dejas tocar por la música de Johnson; el carácter de su música es la noche y la penumbra, que te lleva a descender a tus demonios e infiernos, para después renacer a la liberación de nuestra finitud absurda y caótica, donde descubres el caos te lleva a la belleza de esta existencia.
Nuestra tragedia de estar vivos y ser un caos, pero aquí es donde la música nos lleva a la belleza consiste en tratar de poner orden al caos que nos enfrentamos día a día.
Por eso Johnson está más allá del bien y del mal, nos predice Nietzsche: <<Personas apasionadas piensan poco en lo que los demás piensan, su estado las eleva por encima de la verdad de los demás y de la vanidad de los poderosos>>.
Johnson nos enseña el camino para la liberación, tu liberación, para nuestra liberación de la esclavitudes mentales y sociales.
Una guitarra para dejarte llevar por la electricidad de tu ser y transformarla en imágenes, palabras y gritos de sed de aferrarnos a la existencia, antes de que llegue a eso que llamamos: muerte.
Con Robert Johnson nos muestra que podemos retomar el camino de nuestra humanización, hacer más habitable nuestro entorno, nuestro planeta.
Que podemos ser libres e ir por un sendero y vender nuestra alma a la música.
Y claro está, que a Robert Johnson son su blues, le debemos el nacimiento del rock.
Friedrich Nietzsche: <<¡Qué poco basta para ser feliz! El sonido de una gaita resulta suficiente. Sin música la vida sería un error. El alemán se imagina que hasta dios canta canciones>>.
No dejen de ver el documental: Remastered. La encrucijada del diablo. La historia de Robert Johnson.
Lo puedes encontrar en Netflix.
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